
Si tu menstruación es muy intensa, dura más de lo habitual o interfiere con tu vida diaria, no debes ignorarlo.
El sangrado menstrual abundante —también conocido como menorragia— puede ser señal de un desequilibrio hormonal o de un problema ginecológico que necesita atención médica.
Los niveles irregulares de estrógeno y progesterona pueden afectar el grosor del endometrio (la capa interna del útero).
Cuando este tejido crece más de lo normal, se desprende en mayor cantidad, causando reglas más intensas y prolongadas.
Este desequilibrio es común en adolescentes y en mujeres cercanas a la menopausia.
Los miomas son tumores benignos en el útero que pueden aumentar el flujo menstrual.
Los pólipos endometriales, por su parte, son pequeños crecimientos en el revestimiento uterino que también pueden causar sangrados intermenstruales o menorragia.
? En estos casos, una ecografía ginecológica ayuda a confirmar el diagnóstico.
Algunas alteraciones de la coagulación o enfermedades como hipotiroidismo, endometriosis o síndrome de ovario poliquístico (SOP) pueden generar sangrados abundantes o irregulares.
Por ello, es importante realizar un estudio completo que incluya análisis de sangre y evaluación hormonal.
El uso de DIU de cobre o ciertos métodos anticonceptivos hormonales puede provocar aumento temporal del flujo menstrual.
Si el sangrado es persistente o molesto, el ginecólogo puede recomendar alternativas más adecuadas para tu cuerpo.
Algunas condiciones más serias, como adenomiosis o incluso alteraciones endometriales, pueden causar dolor y sangrados muy abundantes.
Por eso, no debes automedicarte ni asumir que “es normal”: la evaluación médica es esencial.